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Cosméticos para la piel sensible

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El concepto “piel sensible” es independiente tanto de la tipología cutánea como del fototipo de quien la “padece”; por ello el formulador deberá crear líneas completas de productos de higiene, mantenimiento y tratamiento, así como los correspondientes preparados de cosmética decorativa, adaptados a las diferentes circunstancias que pueden concurrir en un usuario con problemas de hiperreactividad cutánea.
De forma genérica, las lineas cosméticas para pieles sensibles deben cubrir los siguientes objetivos:
          evitar/atenuar la irritación
           reconstituir la emulsión epicutánea
           reestructurar la capa córnea (recuperar la función barrera, habitualmente disminuida en este tipo de pieles)
           proteger contra el agente causal y, eventualmente facilitar su eliminación
           proporcionar  “confort” (reducir prurito, dolor, tensión, sequedad, descamación,  
       enrojecimiento,...)
           a medio/largo plazo : recuperar la eudermia y reducir el umbral de reactividad de la piel
En definitiva, un cosmético adaptado deberá realizar cuatro acciones : proteger,  hidratar, reparar y calmar, y todo ello con unos especiales requerimientos de calidad y adecuada selección tanto de los ingredientes como de las formas de aplicación, dado que es fácil que alguno de los componentes de las mismas pueda desencadenar en determinados usuarios la temida respuesta de tipo reactivo.
La simplicidad de las formulaciones es sin duda uno de los principales factores a considerar; en efecto, interesa reducir al máximo el número de ingredientes a fin de
reducir el riesgo de que alguno de ellos pueda desencadenar una respuesta  reactiva, y ello, sin perjuicio de la calidad final percibida por parte del usuario. La preformulación de estos cosméticos es en consecuencia una fase crítica, dado que el formulador deverá prescindir de toda una serie de recursos en aras de una mejor dermocompatibilidad del preparado.
Los vehículos deben seleccionarse de forma que se les pueda asignar con rigor  los calificativos de “no agresivos”, “testados dermatológicamente”, “hipoalergénicos”,  “no
comedogénicos”, lo que comporta un concienzudo screening que incluya, entre otros,  tests de compatibilidad cutánea (p.ej. HRIPT; human repeated insult match test), de tolerancia sobre mucosas (p.ej. HET CAM) y de comegenicidad (p.ej. evaluación del nº de comedones aparecidos tras un tratamiento estándar, frente a zona  sin tratar : técnica de Durupt).
Los vehículos deben presentar actividad propia  (no deben actuar exclusivamente como soporte de los activos cosméticos propiamente dichos); así deben proporcionar :
           protección cutánea : a fin de minimizar los efectos de la posible reactividad ocasionada por contacto de la piel con substancias exógenas o del propio cosmético aplicado.
           restauración de la función barrera, en aquellos casos en los que la TEWL 
             (perdida de agua transepidérmica) esté  significativamente aumentada en razón
             de  posibles alteraciones de la estructura intercorneocitaria.
Diferentes técnicas, basadas en la utilización de métodos biofísicos no invasivos (determinación de la WHC, cinéticas de transpiración, curvas de corneometría, etc.) pueden ayudar, tanto a la evaluación del status de piel sensible, como a la de la eficacia de proteccion/restauración de ingredientes o productos cosméticos del tipo que nos ocupa.
Las formas de aplicacióndeberán adaptarse a fin de ser compatibles con las pieles reactivas; entre otros aspectos deberán considerarse :
           las propiedades reológicas de los preparados (evitar aparicion de reactividad por              efecto mecánico)
           la emoliencia y características de oclusividad de los preparados (acción barrera/transpirabilidad)
           la capacidad antiprurítica, refrescante o calmante, requerida en determinadas        formulaciones
El formulador  modula estos efectos en función de la naturaleza y proporción en peso de los emolientes y de los agentes de consistencia incluídos en las formulaciones  para tratamiento corporal y/o facial.
En efecto, los emolientes hidratan por efecto de retención de agua endógena, incrementan los valores de la función barrera cutánea por oclusión, lo que dificulta la penetración de irritantes y alergenos); no obstante deberán seleccionarse adecuadamente y no ser en si susceptibles de inducir reacciones de sensibilización. Entre los más comúnmente empleados figuran:
   - siliconas lineales (dimeticonas, dimeticonoles,..)
   - polímeros lineales perfluorados (gran capacidad filmógena e inercia química en razón de sus características de solubilidad : son inmiscibles en medios acuosos, oleosos y alcoholicos)
   - sustáncias hidrófobas : aceites de baja polaridad, ceras,..
   - algunas sustancias adsorbentes pulverulentas, finamente divididas (p.ej. ZnO)
   - aceites saturados (sin problemas de autoenranciamiento)
   - mezclas lipídicas  que integren componentes presentes en el estrato córneo, capaces de reestructurar y  reforzar las estructuras lamelares intercorneocitarias, tales como ácidos grasos esenciales (ej. linoléico, linolénico,...), ceramidas sintéticas (ej. N-stearyl-phytosfingosine), esfingolípidos (asociados a otros lípidos polares cutáneos :  ceramidas + fosfolípidos  o ceramidas + colesterol + ácidos grasos)
    - Mezclas lipídicas “seboafines o sebosímiles”. 
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