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Sobredosificación de opiáceos

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Puede deberse a sobredosis clínica, accidental en adictos o en niños, y a intentos de suicidios. En el primero de los casos suele ser una sobredosificación leve, dada la estrecha vigilancia a la que están sometidos estos pacientes, coincide con un tratamiento de analgesia, después de una anestesia general, donde también se han usado opiáceos u otros depresores del SNC. Los intentos de suicidios son raros y suelen limitarse a personal sanitario que tiene acceso a las drogas. La sobredosis accidental suele darse en niños.
El síntoma principal es la depresión de la conciencia, con disminución de los reflejos, bradicardia y a veces convulsiones. Cuando la depresión respiratoria, llega a hipoxia, aparece dilatación de las pupilas o midriasis, y este es signo de mal pronóstico. También aparece depresión respiratoria; el edema agudo de pulmón es el problema respiratorio más frecuente en la sobredosis de heroína. Cuando está muy adulterada por quinina, se puede producir un shock cardiogénico.
Respecto al tratamiento el soporte respiratorio es el primer paso, incluye intubación, ventilación controlada con O2 y broncodilatadores. Se normaliza la tensión arterial y se da el soporte circulatorio necesario y por último se hace tratamiento con el antagonista opiáceo, la naloxona. Como la vida media de ésta es más corta que la de los opiáceos, hay que vigilar porque aunque remitan los síntomas, pueden reaparecer. Otros antagonistas opiáceos, tienen efectos más tardíos y prolongados, por lo que se usan más en tratamientos de deshabituación que de sobredosis. La vigilancia intensiva es importante durante las primeras 24-48 horas en caso de sobredosis de heroína y durante las 72 horas cuando la intoxicación es por metadona.
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