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Medidas generales en el tratamiento de las intoxicaciones

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Hoy en día el tratamiento más utilizado ante un paciente con intoxicación aguda es el sintomático. Si el paciente está consciente, es importante una buena anamnesis. Buscar siempre signos de traumatismo, fundamentalmente en el cráneo.
En caso de ingesta de tóxicos corrosivos, se da lo antes posible, agua o leche, pero nunca intentar el vómito.
Siempre las medidas inmediatas en el lugar de la intoxicación incluyen, comprobar la permeabilidad de las vías aéreas, evaluar los signos vitales, paciente en decúbito lateral izquierdo y buscar evidencias de identificación del tóxico.
Lo habitual es que los pacientes estén fuera de peligro con un tratamiento puramente sintomático, pero el médico debe mantener al paciente en observación por unos días, sobre todo cuando se trata de tóxicos que presentan sintomatología aplazada, como el paracetamol o los salicilatos.
Hay que evitar que se vayan los acompañantes, sin haber sido interrogados, intentar averiguar si la intoxicación fue debida a uno o varios tóxicos, el intervalo de tiempo transcurrido desde el accidente o la existencia de medicación previa.
En cuanto el paciente esté fuera de peligro inmediato se le realizará un minucioso examen físico por aparatos y sistemas. La piel se observa en busca de señales de venopunción, quemaduras, cicatrices o cortes a nivel de las muñecas, el color cutáneo también nos puede orientar, como el caso de la ictericia debido a la intoxicación por paracetamol que aparece además unas 48 horas después de la ingesta. Los cambios en la pupila, midriasis que aparece con las anfetaminas o cocaína o miosis, cuando se intoxican por opiáceos como heroína o morfina.
Respecto al aparato respiratorio, cuando se oyen crepitaciones localizadas, puede ser un indicio de aspiración del vómito. El aliento cuando se trata de vino, pequeñas cantidades pueden dar un olor intenso, pero en el caso del vodka, gran cantidad puede ser incluso imperceptible, el olor a acetona aparece en los que se han tomado líquido limpiador de discos o casetes, cuando se ha descartado la posible cetoacidosis diabética.
Respecto a la tensión aumenta por anfetaminas o simpaticomiméticos o disminuye con los sedantes e hipnóticos.
Cuando se han ingerido antidepresivos tricíclicos, se presentan convulsiones, pero también en la hipoglucemia o hipoxia, o en el síndrome de abstinencia en los adictos al opiáceos, alcohol o barbitúricos.
El aspirado gástrico puede contener residuos que ayuden a confirmar el diagnóstico o el olor característico que identifique el tóxico. El lavado gástrico es útil en las primeras 6 horas de la ingesta del tóxico; está contraindicado en la intoxicación por cáusticos, como lejía o amoniaco. O en las primeras horas se puede provocar el vómito. La administración de carbón activado, se hace a los pocos minutos de la ingesta del tóxico, si se administra después de una hora o el estómago estaba ocupado por comida su efectividad es escasa.
La diuresis forzada se hace para eliminar tóxicos que se excretan por el riñón. Se alcaliniza la orina cuando se trata de fenobarbital o ácido acetil salicílico y la acidificación está indicada cuando se han tomado anfetaminas o cloroquina. La diuresis forzada neutra se hace en la intoxicación por litio o Amanita phaloides.
La hemodiálisis o hemoperfusión solo se aplican en intoxicaciones muy graves, que no evolucionen favorablemente con las medidas de soporte.
La primera medida de soporte consiste en mantener una vía respiratoria permeable, después corregir los trastornos cardiocirculatorios, y tratar las complicaciones. Si la hipotensión arterial es leve, se eleva los pies de la cama del enfermo y se administran líquidos en abundancia, si no se corrige se pasa a la perfusión de plasma o albúmina.
Para las arritmias cardiacas suele bastar corregir la hipoxia y las alteraciones hidroelectrolíticas. La hipotermia que aparece con los depresores del sistema nervioso central, sobre todo cuando se han combinado con alcohol, suele responder a medidas sencillas que reduzcan al mínimo las pérdidas de calor.
En el caso de antídotos específicos, si se administra N-Acetylcisteina en las primeras 12 horas después de la intoxicación por paracetamol se evita el daño hepático. Respecto a los metales pesados, se pueden administrar quelantes como la deferroxamina para el hierro, el EDTA y el dimercaprol para el plomo; la penicilamina para el mercurio, oro y cobre. Se administra azul de metileno para corregir la metahemoglobinemia causada por la fenacetina o sulfonamida o protamina para la sobredosis de vitamina K.
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