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ANTIPERSPIRANTES Y DESODORANTES

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            Los antiperspirantes se diseñan fundamentalmente para reducir la humedad axilar. En E.E.U.U., están clasificados legalmente como medicamentos, pues su mecanismo de acción afecta a la función fisiológica del cuerpo, es decir, a las glándulas sudoríparas ecrinas. Los desodorantes, salvo los jabones, están diseñados para reducir el olor axilar. Puesto que esto no se considera una finalidad terapéutica, ni se altera una función fisiológica del cuerpo, los desodorantes se clasifican como cosméticos.
            A pesar de la avalancha de antiperspirantes de uso tópico que han invadido a los consumidores, y en contra de las repercusiones de los mensajes publicitarios, actualmente no se dispone de un único agente tópico que elimine el sudor axilar del individuo hidrótico.

La sudoración y su control

            El olor de la piel humana se produce a partir de las secreciones de las glándulas sebáceas y sudoríparas. Las glándulas sebáceas se encuentran en cada uno de los pelos, sobre la superficie roja de los labios, en el interior de las ventanas nasales, papilas, ano, prepucio y labios menores.
            El sebo que secretan estas glándulas se compone principalmente de colesterol y sus ésteres, ácidos palmítico y esteárico y otras variadas sustancias de naturaleza aún no conocida. En general el sebo es graso y solidifica sobre la superficie cutánea. El sebo puro no es un factor crítico del olor de la piel. Los constituyentes identificados son inodoros: en general son sustancias de mayor peso molecular que los compuestos olorosos.
            Es esencial una revisión de la fisiología de la sudoración para evaluar adecuadamente y entender la acción  de desodorantes antiperspirantes.
            La transpiración colabora en la regulación de la temperatura corporal disipando calor por medio de la evaporación de humedad de ña superficie de la piel. También actúa con otras propiedades, como la eliminación del ácido láctico que se forma durante el ejercicio muscular, y protección de la piel de la sequedad.
            Se calcula que hay unas 2.380.000 glándulas sudoríparas repartidas por toda la superficie corporal. Existen dos tipos de glándulas sudoríparas: glándulas ecrinas y glándulas apocrinas. Las glándulas ecrinas o pequeñas glándulas en espiral, son las verdaderas glándulas sudoríparas y se encuentran en casi toda la superficie del cuerpo. Se forman en las capas más profundas de la dermis o subdermis desembocando directamente en la piel por un fino conducto. Las glándulas apocrinas, o grandes glándulas en espiral, son aquellas que están asociadas al desarrollo sexual, y aparecen después de la pubertad. Se presentan en relativamente pequeño número y se localizan en las axilas, alrededor del pezón, en el abdomen y en la región púbica.
           
Aunque la axila es prácticamente un órgano apocrino, el flujo abundante del sudor denominado hiperhidrosis es el resultado de la intensa actividad de las glándulas ecrinas más que de las apocrinas de esta zona. En número de unas 25000 en cada una de las bóvedas axilares, estas glándulas ecrinas secretan gran cantidad de sudor. En los individuos hiperhidróticos, cada axila produce más de doce gramos por hora. Esta fuerte emanación local es perjudicial y afecta tanto a la tranquilidad como a la vestimenta del individuo.
            Estudios de laboratorio han demostrado que en el momento de afluir, tanto el sudor ecrino como el apocrino son estériles e inodoros. El olor se produce después por la acción de las bacterias, fundamentalmente sobre el sudor apocrino, que es rico en sustancias orgánicas y es un sustrato idóneo para el crecimiento bacteriano. El sudor ecrino,  que es más abundante, es una solución acuosa muy diluida y ha demostrado ser de mucha menor importancia como origen del olor axilar. Sin embargo, probablemente la humedad procedente de las glándulas ecrinas favorece indirectamente la producción de olor de dos modos importantes.
            A.- La pequeña cantidad de sustancia grasa y pegajosa  procedente de las glándulas apocrinas se dispersa en una superficie más extensa.
            B.- La humedad en la cálida bóveda axilar completa un medio ideal para el rápido crecimiento y proliferación de las bacterias residentes que se nutren de esta materia orgánica. También el pelo de las axilas ha resultado favorecer el desarrollo del olor. Se piensa que los pelos de las axilas actúan como lugar de acúmulo del sudor apocrino y, así, incrementan el área superficial disponible para el crecimiento bacteriano.
            La descomposición de las secreciones de las glándulas sudoríparas y sebáceas por la microflora bacteriana cutánea, y también la descomposición de proteínas de la superficie cutánea, originan numerosas sustancias de fuerte olor. Esta  es la mezcla que origina el olor natural de la piel humana. En ella se encuentran ácidos grasos de bajo peso molecular y sistemas macrocíclicos, esteroides, lactosas, etc. Aunque éstos por sí mismos no huelen, sirven para fijar el olor.
            El olor real del ser humano es la suma del olor natural y del adquirido: dos mujeres que se vistan, laven y perfumen de forma idéntica, huelen de forma diferente. Los seres humanos encuentran dificultad para reconocer esta diferencia, pero un perro no tiene dificultad alguna para tal detección. El olor corporal es, por tanto, una propiedad completamente individual del ser humano, exactamente igual que sus huellas dactilares o el sonido característico de la voz. La intensidad del olor de la piel difiere de una persona a otra, y depende de sus circunstancias personales, medio y estados social y fisiológico.
            A partir de estos hallazgos, existen varios modos para reducir o controlar el olor de las axilas:
            A.- Reducir el sudor apocrino de las axilas.
            B.- Eliminar las secreciones de ambos tipos de glándulas sudoríparas tan rápidamente como sea posible.
            C.- Impedir el crecimiento bacteriano.
            D.- Absorber los olores corporales.
            Muchos investigadores suponen que las secreciones humanas contienen feromonas, que tienen sexualmente efectos agradables y atrayentes, y reflejan el estado psicológico de los individuos. Por consiguiente el olor humano tiene gran importancia.
            Los antiperspirantes actúan limitando la cantidad de secreción de las glándulas sudoríparas que descarga en la superficie de la piel. En consecuencia, el mecanismo de acción implica un descenso en la producción de sudor a nivel glandular, la formación de una obstrucción o tapón en el conducto sudoríparo, la alteración de la permeabilidad del conducto sudoríparo a los fluidos (como si fuera una manguera de agua que estuviese perforada) o cualesquiera de las otras teorías que implican nuevos conceptos, tales como el material electrofisiológico a lo largo del conducto sudoríparo.
A pesar de predominar las teorías mecánicas. El mecanismo de la anhidrosis axilar es relativamente desconocido.
            La moderna historia de los antiperspirantes tópicos para axilas comenzó con la observación de Stillian en 1916: una solución al 25 por ciento de cloruro de aluminio hexahidratado en agua destilada, aplicada suavemente en las axilas cada dos o tres días, reduce la sudoración excesiva. En 1940 se descubrió una sal compleja de aluminio menos ácida, clorhidróxido de aluminio, que sustituyó al cloruro de aluminio, disminuyendo el efecto irritante y el deterioro de la ropa. Desgraciadamente también se reducía el poder antiperspirante.
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