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La lesión cerebral por hipoxia e isquemia es la causa más frecuente de mortalidad y morbilidad en el recién nacido. Ocurre una falta de oxígeno, y un déficit en el riego sanguíneo que afecta al cerebro. La asfixia perinatal es sobre todo un fenómeno intrauterino, y las causas pueden ser ligadas a la madre, por alteraciones placentarias o en relación con el niño.
El cerebro requiere aporte constante de glucosa y oxígeno y la disminución de este, origina modificaciones en el metabolismo neuronal. En los casos de encefalopatía leve, los síntomas son máximos durante las primeras 24 horas después del parto y luego disminuyen progresivamente para desaparecer al final de la primera semana. Hay una cierta disminución en el reflejo de succión.
Un grado mayor, la encefalopatía moderada, muestra una disminución del estado de conciencia durante al menos 12 horas después del parto. El reflejo de succión es débil o está abolido. Hacia el final del tercer día, suele aparecer una tendencia a la recuperación, que se caracteriza por un aumento de los niveles de conciencia, en caso contrario el pronóstico es peor.
En los casos de encefalopatía severa, hay estupor o coma, y la mejoría se suele apreciar entre 12 y 20 horas tras el parto. Después de las 72 horas, los supervivientes, mejoran gradualmente en días o semanas.
El diagnóstico de esta encefalopatía neonatal depende de una adecuada historia y minuciosa exploración neurológica.
Las medidas preventivas se basan en el reconocimiento de los factores de riesgo en la madre y embarazo.
Las medidas generales del tratamiento del neonato asfixiado se dirigen a eliminar la hipoxia y la isquemia, si existe. Una vez corregida la hipoxia por una adecuada oxigenación, los esfuerzos deben dirigirse a mantener una buena perfusión. La glucemia debe mantenerse entre 45-100 mg por dl.
Si existen convulsiones, deben tratarse con la máxima rapidez, ya que su presencia incrementa el consumo de oxígeno en el cerebro hasta 5 veces.
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